jueves, 5 de febrero de 2015

Epílogo: La importancia de Ernesto y Wilde


Oscar Wilde y La Importancia de Llamarse Ernesto


Sobre el autor

Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde nació el 16 de octubre de 1854 y falleció, junto al siglo XIX, el 30 de noviembre de 1900. Entre sus obras más importantes contamos con El Retrato de Dorian Gray, El Príncipe Feliz, El Fantasma de Canterville y, la pieza que inspiró nuestro montaje, La Importancia de Llamarse Ernesto: Una comedia trivial para gente seria. 

Hijo de intelectuales de su natal Dublín, Wilde fue reconocido como uno de los más grandes literatos británicos de su época, cobrando aún más relevancia de manera póstuma, cuando sus obras fueron autorizadas para su representación. Enjuiciado y apresado por sodomía, muere súbitamente y desposeido a los 46 años, no sin antes publicar, desde prisión, De Prodfundis, una obra que resalta su ardua transformación espiritual durante su tiempo en prisión, en fuerte contraste con su estilo de escritura tradicional. 

Sus obras nos muestran personajes hedonistas, sedientos de los placeres de la vida, y de la vida misma. De sus obras nacen máximas de la filosofía hedonista y del artista bohemio, lo que lo ha consolidado como un filósofo del arte. En  diversas ocasiones se incluía a sí mismo dentro de sus obras a través de un alter-ego que le permitiera aleccionar sobre sus opiniones de la vida, siendo un ejemplo famoso de esto el personaje de Lord Henry Wotton en el Retrato de Dorian Gray

Nosotros, el grupo de Inglaterra, escogimos a Wilde por su inteligente y satírica crítica social, que sabe como manejar un humor que resulte gracioso sólo porque es cierto. Sus observaciones de la banalidad de la vida y de la constante búsqueda del placer crean un fuerte contraste con la realidad en la que vivimos, en la que, en realidad, estamos sobreviviendo, relegando la búsqueda del placer en un segundo lugar, y, sin embargo, sin dejar a un lado la banalidad de todo el asunto.

A pesar de ser Irlandés y no nacido de Inglaterra, Wilde siempre se consideró un hombre de Londres. A pesar de no haber nacido en la gran capital del imperio, siempre será considerado un poeta de Albión 


La Importancia de Llamarse Ernesto

Subtitulada como Una comedia trivial para gente seria, nada podría condensar mejor cuál es la temática de esta pieza. Cargada del característico humor introspectivo británico, la pieza se basa en los problemas que causa la doble identidad de Jack Worthing con su "hermano menor" Ernesto Wothing, y de como su amigo, Algernón Moncrieff, se aprovecha de este personaje para acercarse a la encantadora Cecilia. La trama se complica cuando se descubre el engaño de los dos amigos, y es de allí de donde viene el nombre de la obra, cuya traducción correcta vendría siendo la La Importancia de llamarse Franco, por la honestidad y franqueza.

La obra se estrenó en 1895, mismo tiempo en el que era apresado Wilde, y es considerada como el Magnum Opus de Wilde. Se considera la trivialidad como su tema principal, con Wilde diciendo que "Debemos tomar todas las cosas triviales de la vida con absoluta seriedad, y todas las cosas serias con estudiada y sincera trivialidad". Parte de esta trivialidad se expresa a través de la duplicidad de los dos Ernestos, que, en lugar de hacerlo con motivos más siniestros como en Dorian Gray, lo hacen para evitar eventos y reuniones sociales.

Wilde abandona el melodrama en pos de una comedia más sincera, refinada, si se quiere. Haciendo mofa de las costumbres victorianas, Wilde busca crear similitudes con la sociedad londinense en la que le tocó vivir, y como algunas características o costumbres de épocas pasadas (como la franqueza) podrían ser motivo de comedias, risas y sátiras en el futuro.


Resubida: El Teatro de la Crueldad y el Teatro Dialéctico en Canción de Navidad



La Canción de Navidad en el Teatro de la Crueldad y el Teatro Dialéctico

Para concluir el año, y siguiendo con una tradición que cumple ya 15 años, la fundación Medatia ha puesto en escena una singular y fascinante representación de A Christmas Carol, la Canción de Navidad de Charles Dickens. La representación cuenta con características que van más allá de las que uno podría esperar encontrar en una tradicional “obra para niños”: gesticulación pura, escenarios en múltiples niveles, personajes representados por marionetas gigantes, juego de luces, utilería de múltiples propósitos, son solo algunas de las particularidades que distancian esta Canción de Navidad de las representaciones tradicionales.
En esta entrada, analizaremos a fondo como las características de la obra pueden relacionarse con el trabajo de dos grandes filósofos de la dramaturgia moderna: Antonin Artaud y Bertolt Brecht, el Teatro de la Crueldad y el Teatro Épico/Dialéctico. Mientras que el primero se encargaría de la significación del lenguaje y el gesto, el subconsciente, la pasión y la locura de cada personaje, en un intento de que sea la audiencia una misma con la realidad representada, el último aboga por una alienación escenario-audiencia para lograr una aproximación más intelectual a la obra, recordándonos en todo momento que fuimos a ver justamente eso, una obra de teatro.


Image result for antonin artaudAntonin Artaud

1. El Teatro de la Crueldad
“La escritura es una porquería” diría Artaud en El Teatro y su Doble, jamás escondiendo su inconformidad con los métodos tradicionales de expresar emoción. Y es que, ¿qué es el lenguaje escrito, sino sólo una faceta sin verdadera emoción de lo que siente el ser? Artaud trata de conseguir una “noción del lenguaje que sea al mismo tiempo gesto y pensamiento”: no basta con que el actor interprete su parlamento de manera impecable, ni que cargue sus palabras de emoción, sino que deje al descubierto de forma completa las emociones ocultas de su subconsciente. En el llamado Teatro de la crueldad, fundado por Artaud, “se nos inspira a través del fiero magnetismo de sus imágenes y actúa sobre nosotros como terapeutas espirituales cuyo toque nunca puede ser olvidado”
La “crueldad” implica no un acto de violencia física o emocional, sino una agitación profunda de una vida que se ha vuelto innecesaria, floja, o carente de una fuerza que le impulse. En el teatro de la crueldad se le da expresión a todo lo que sea “crimen, amor, guerra o locura” para cimentar dentro de la audiencia ideas de conflicto perpetuo, un espasmo en que la vida es constantemente lacerada.
¿Y qué vida se halla más carente de sentimiento que la del mismo Scrooge? En un pueblo donde la alegría de la navidad es la fuerza que anima a todas las personas a dar lo mejor de sí, ¿qué impulsa al viejo, cuya tristeza se ha convertido en rabia y cuya rabia se ha convertido en soledad? Es Scrooge un personaje complicado, que ha sufrido una vida que le ha robado de los placeres y alegrías que ella misma le había dado, tomando la decisión de cerrarse a ese mismo mundo en el que otrora habitaba. Si el teatro para Artaud era una práctica que debía despertar en el espectador “nervios y corazón”, quizás la manera más interesante de hacerlo sería representar a un hombre cuyo corazón ya se ha perdido, pero que, todavía, existe.


2. El Lenguaje
Artaud invita al grito, la descarga energética del gesto, hacer que el cuerpo entero sea todo él palabra misma. En un llanto, en un alarido, en un grito, en todos ellos no es el actor, sino el cuerpo quien habla. El lenguaje para Artaud implica al cuerpo y signos que no se hallan cauterizados por la razón. Quizás una de las escenas que más se imprimen en la memoria de los espectadores de esta versión de Canción de Navidad es la visita del fantasma de Marley a Scrooge, la enunciación de los fantasmas que vendrán. La escena no sólo capta lo atención como el desencadenante de la trama, sino por la reacción de Scrooge ante la visión de su fallecido socio: un largo alarido de horror, punzante y orgánico; un grito que hiela las venas y que deja a la audiencia en un silencio de anticipación que podría igualarse a la ansiedad que siente Scrooge por saber qué ha de decirle el ánima que le visita.
Otra escena en la que el grito (esta vez ligado al llanto) se vuelve el protagonista podemos verla en la vorágine emocional que despierta en Scrooge cuando es testigo de lo que será su propia tumba. Aquí, un gesto (el grito) lleva a otro (el llanto), que a su vez lleva a otro (los pataleos y retorcidas de Scrooge en su cama) en un proceso continuo de semiósis que compenetra con los sentimientos de la audiencia: los miedos de Scrooge atacan el pensamiento de la audiencia y le abordan, transmitiendo parte de ese temor a los espectadores. Las desabridas carcajadas de los saqueadores del lecho de muerte de Scrooge también entran dentro del gesto exagerado, con representaciones caricaturescas y estilizadas de sus sentimientos de aborrecimiento por el difunto aunados a los de satisfacción de su nueva fortuna.


3. La relación actor-audiencia, caracterización del personaje y escenografía
Una de las áreas en las que Artaud desarrolló su teoría del Teatro de la Crueldad fue la de la relación entre el público y lo representado, relación que debía ser lo más íntima posible para obtener el carácter de expresar sentimientos profundos y subconscientes. El escenario se ve reducido a su mínima expresión. Además, en el teatro de Artaud, la audiencia debe experimentar una sensación de debilidad o de poder menor frente a los actores, para lo que con frecuencia se utilizan en el teatro Artaudiano pasarelas o pasos elevados desde los cuales los actores veían a la audiencia desde arriba, atrapándoles. En Canción de Navidad se utiliza un escenario a dos niveles, tal y como lo indicaba Artaud, con un nivel inferior en el escenario mismo y un paso elevado posterior desde lo cual los actores no sólo contemplaban a la audiencia, sino también a la acción misma de la obra, logrando una especie de metateatro.


Artaud pide se haga énfasis en el manejo de la luz y el sonido, siendo este último alto y penetrante, con la intención de lograr un efecto hipnótico en la audiencia. Ejemplos del uso del sonido como herramienta cautivante de expresión en la obra tenemos las campanadas, que irrumpían en la narrativa para anunciarle a Scrooge que se acercaba otro espíritu. En cuanto a la luz, Artaud se inclina hacia el uso de una combinación de luces tanto de relleno como de foco centrado y directo sobre el personaje que ejerce acción. En Canción de Navidad podemos ver un ejemplo de ambas con la iluminación que acompaña las escenas oníricas que los espíritus muestran a Scrooge, y con los intensos haces de luz que bañaban sólo a Scrooge en los momentos pivotales para su personaje.
Para concluir con Artaud, vale decir que en el Teatro de la Crueldad figuran frecuentemente maniquíes o títeres de gran tamaño para contrastar con los actores. Aparte, Artaud utilizaba máscaras en ciertos personajes, lo cual, sumado a los maniquíes, creaba actores inhumanos que eran verdaderamente pasivos y neutrales. Las máscaras neutralizaban al personaje, le distanciaban de la realidad del personaje principal o sobre el que recae o ejerce acción. En la obra pudimos ver como Marley y los saqueadores usaban máscaras, es decir, eran personajes pasivos: Marley porque, al estar muerto, ya no es capaz, por lo menos física y directamente, de influir sobre la realidad de Scrooge, y los sepultureros son sólo sombras de lo que podría ser, lo que no ha sido y, si Scrooge cambia su conducta, no será.


Bertolt Brecht

Image result for bertolt brecht1. Teatro Épico (Episches Theater)
A diferencia de Artaud, las ideas técnicas de Brecht eran concretas y se traducían de manera más fácil en la práctica actoral. Las obras del Teatro Épico incorporan canciones que hacen hincapié en el mensaje de la obra que, siendo Brecht influenciado por el marxismo, en general era uno de carácter social o político. En Canción de Navidad vemos como la obra de Dickens ha sido adaptada a un musical, pero no un musical que enaltece la emoción, como se ve en musicales modernos, sino uno que describe la temporalidad y situación del personaje, a la par que alecciona sobre la naturaleza de la vida de dichos personajes, incorporando descripciones propias del mismo Dickens (el pobre pecador de Scrooge) en la letra de las canciones para resaltar rasgos y atributos de la mentalidad y el estatus del personaje. Sin embargo, la técnica que distanciaría definitivamente el teatro de Brecht de los demás, especialmente del teatro clásico aristotélico, sería la alienación, el Verfremdungseffekt, lo que veremos a continuación.

2. Efecto distanciamiento/alienación (Verfremdungseffekt)
La idea del teatro clásico era, generalmente, la misma: plasmar una realidad ficticia de tal forma que, para la audiencia, la ficción se convirtiera en realidad. Incluso el mismo Artaud intenta incorporar al público en el mundo de la obra, convertirlo un personaje dentro del todo representando. Brecht estaría fundamentalmente en contra de ello. Para Brecht, la obra tenía la labor de recordarle al público en cada oportunidad que tuviese que la audiencia estaba allí sólo para ver una obra de teatro, una realidad de la que ellos no forman parte y que no se rige por las mismas normas que gobiernan nuestro mundo. Para Brecht, el teatro realista es una droga que pacifica a la audiencia y le atonta. Las obras de Brecht eran didácticas y tenían la intención de enseñar o instruir a la audiencia, en lo que él llamaría el Lehrstück, la Obra de Aprendizaje.
 Para alcanzar lo que Brecht llama la alienación o el distanciamiento se emplean diversas técnicas que rompen paradigmas clásicos teatrales. Por ejemplo: en el teatro brechtiano son los mismos personajes, frente a la mirada del público, quienes modifican la escenografía, y lo hacen de modo claro y abierto. Esto se observa en diversas ocasiones durante la obra, cuando el narrador (otra figura clásica brechtiana), Fred, acomoda la utilería y en algunos casos hasta les da nuevo propósito. En cuanto a los actores, la alienación se alcanzaba con el uso de un narrador que se hallaba en un acto constante de ruptura de la cuarta pared, es decir, se dirige directamente a la audiencia en todo momento. Fred es el narrador brechtiano en Canción de Navidad, siempre guiando al público a través de los sucesos de la obra y, al mismo tiempo, recordándonos indirectamente que estamos viendo una obra de teatro.
En el teatro épico de Brecht frecuenta también el uso de máscaras y marionetas que distancian aún más a la audiencia de lo que se representa. Un ejemplo claro del uso de las marionetas como elemento alienante en Canción de Navidad podemos verlo en la cena de navidad de la familia Cratchit: a pesar de que Bob y sus hijos Tim y Martha son actores reales, el resto de su familia son marionetas del tamaño de personas; esto crea un marcado contraste entre los personajes en escena, entre unos actores de carne y hueso y otros actores de madera, cuyas voces provienen de los altoparlantes de la sala y nos recuerdan, en todo momento, de que no estamos ante una escena de la cotidianidad, sino ante algo que la trasciende y nos es ajeno.


3. Escenografía y Caracterización
Los escenarios del Teatro Épico suelen ser inexistentes o fragmentado, con piezas de utilería que se utilizan para representar escenarios mucho más grandes. En Canción de Navidad tenemos el ejemplo de esto en la puerta del edificio de Marley & Scrooge, que simboliza el edificio entero y el despacho en el que se encuentra Scrooge, lo mismo que sucede con su cama y su mesa de noche, que hacen las veces de dormitorio y casa enteros. En ocasiones, una misma pieza de utilería cumple con diversas funciones, tal y como podemos verlo en la obra con la puerta y la cama nuevamente: con un simple giro, la puerta de la oficina de Scrooge se convierte en la puerta de su casa, y dada vuelta su cama, nos encontramos con que la futura tumba de Scrooge estaba oculta tras la cabecera de su cama.
Siendo Brecht el marxista que era, la ropa y el maquillaje de los personajes estaban destinados a plasmar la clase y el estatus social, no la apariencia común de los personajes. Además, los cambios de vestuario ocurren frente al público, contribuyendo al Verfremdungseffekt. En la obra lo observamos con Scrooge, constantemente con saco y chistera, y en los pobres desafortunados que el espíritu de la navidad presente le mostraba, harapientos y desamparados. Conforme a esta interpretación del estatus, se aupaba a los actores a no convertirse en el personaje, como lo pedía el teatro naturalista, sino a representarlo, por lo que con frecuencia los personajes podían ser más un estereotipo de ellos mismos, como sucede con la imagen de egoísta y avaro de Scrooge.
Con frecuencia, Brecht optaba por la comedia como una forma de alejarse o de romper un poco con la trama que se representaba. Un comentario sarcástico u observación vivaz de parte del personaje ayudaban a demostrar que se trata de un personaje dentro de una obra, con una realidad que le es ajena incluso a él. Frases o comentarios con intención de comedia en Canción de Navidad existen varias, siempre con el propósito de que la audiencia recuerde que se encuentra viendo una obra de teatro. Los personajes con frecuencia expresan en voz alta la decisión que tomaron en pos de otra, en lo que Brecht llama solucionar el elemento no/pero. Así tenemos como Scrooge anuncia las decisiones que tomó frente a lo que le muestra el espíritu de las navidades pasadas y este le recuerda lo que pudo haber sido, recordándole que fueron sus propias decisiones las que le llevaron a donde está.

Así concluímos con la última entrada del año en nuestro blog, recordando que vivimos en un tiempo en el que todos deberíamos ser capaces de, como Scrooge, admitir que "No sé nada, no sé nada: soy un niño". De parte de todo el equipo de Inglaterra, ¡les deseamos una feliz navidad!



miércoles, 4 de febrero de 2015

Propuesta de dirección: La Importancia de Llamarse Ernesto




A continuación, y en preámbulo al estreno de nuestra obra el día de mañana, presentamos lo que fue nuestra propuesta de dirección para La Importancia de Llamarse Ernesto.


1. Palabra y tono
El fragmento de la obra que seleccionamos contiene fragmentos del primer y el segundo acto, que contienen los elementos centrales del conflicto de la obra, estos son los dos momentos claves en los que se descubre que no hay tal persona como Ernesto Worthing. En lo que se refiere a los parlamentos, tratamos en la mayor medida posible que el lenguaje no resultara fuera de contemporaneidad con la obra, sin resultar demasiado clásico como para que los personajes parecieran caricaturas de sí mismos.


2. Espacio, gesto y mímica
Nuestra adaptación se desarrolla en dos ambientes, uno en la ciudad y otro en el campo, que deben emular la dualidad de los dos falsos Ernestos. Es fundamental que hiciéramos uso entero del espacio que proveen las tablas del teatro UCAB. La acción se mueve desde la izquierda hacia la derecha, desarrollándose primero en el lado izquierdo de la izquierda (el sofá de la ciudad) y avanzando hacia el lado derecho de la derecha (el estudio en el campo). Esto emula la sensación de avance y, más importante, crea un “efecto espejo” que se relaciona con los dos caballeros protagonistas, Algernón y Jack, con sus espejos, Ernesto y Bunbury.
Los gestos de los personajes intentan ser en buena medida naturales, con uno que otro gesto exagerado para acentuar la naturaleza burlona y satírica que busca la comedia de Oscar Wilde, especialmente con los personajes de la alta sociedad como Gundelinda, o los personajes hedonistas (tan frecuentes con Wilde) como Algernón.


3. Escenografía y Utilería
El desafío que planteó tener que utilizar dos escenarios recaía en hacer que estos se vieran lo suficientemente diferentes entre sí. En la ciudad creamos una sala de estar completa con dos sillones, una mesita para el té y un perchero, acompañados de la pitillera que revela el verdadero nombre de Ernesto y cigarrillos para darle naturalidad a la acción. En el campo tenemos el escritorio de Cecilia, algunas flores (en donde resalta una rosa sonrosada) y, de nuevo, un perchero, esta vez cumpliendo con su función y no siendo una pieza estética. En común para los dos escenarios está una puerta que será utilizada para marcar la mayoría de las entradas y salidas en escena.


4. Iluminación
La iluminación juega un papel estelar en nuestra propuesta. Como hablábamos anteriormente de los dos ambientes, es por medio de la iluminación que acrecentamos las diferencias entre ambientes. Mientras se usa uno de los escenarios, el otro permanece totalmente a oscuras. En la ciudad utilizamos una iluminación un tanto tenue que cause la sensación de estar bajo techo en un estudio en una tarde londinense. Por otro lado, en el campo se aumenta la iluminación, brindando el efecto de que se está en un prado soleado.


5. Vestuario, peinado y maquillaje
En lo referente al vestuario, buscamos vestuarios que fueran acordes con la época con la intención de no componer una representación anacrónica. La vestimenta de Jack y Algernón demuestra su estatus como personajes acostumbrados a una vida de comodidad y placeres características del gentleman de finales del decimonónico británico. Las damas, Gundelinda y Cecilia, demuestran reflejo de sus personalidades en  su vestuario, con Gundelinda vistiendo de manera elegante y con un maquillaje sobrio, mientras que Cecilia, la chica del campo, utiliza un vestido más fresco y un maquillaje que muestra su espíritu joven y alegre. Un reto en el área del maquillaje y el vestuario fue Jack, quien, en nuestro montaje, está representado por una mujer, situación solventada con un mostacho y un moño en el cabello (a pesar de ser reconocido Wilde por su cabellera).  


6. Sonido y musicalización
La musicalización juega un rol muy secundario en la mayoría de la obra, siendo relegado a una pieza en allegro de Gernsheim al principio y un interludio entre cambios de escena de Ernesto Kohler, seleccionado por la música de flauta que evoca el campo (la pieza se llama Valse des Fleurs), y, por supuesto, por la relevancia que guarda el nombre del compositor con la obra. Otros sonidos, como un toque de campana o unos golpes en la puerta, fueron hechos de manera orgánica, con una campana antigua como parte de la utilería (de una fecha que precede a la publicación original de la obra) y verdaderos golpes en la puerta, todo esto para evitar que la obra tuviera un sabor mecánico y tomara un tono más natural.



De parte del Grupo de Inglaterra esperamos que la obra les sea de su agrado. Muchas gracias por acompañarnos Detrás del Telón durante este semestre y de guiarnos para poder dotar de nueva vida a las palabras de Oscar Wilde, ya que hemos aprendido tanto de teatro como hemos aprendido de nosotros mismos. Podemos concluir esta experiencia citando al mismo Stanislavski:
“A menos que el teatro sirva para ennoblecerte, hacerte una mejor persona, debes escapar de él.”

martes, 3 de febrero de 2015

Análisis: Esperando a Godot


Puede decirse que Esperando a Godot es una pieza que trata precisamente sobre lo que su título indica: esperar. Vladimir y Estragón, acompañados de la audiencia, esperan durante los dos actos de la obra a que se presente la enigmática figura de Godot, quien, para sorpresa de todos, nunca se presenta.
La obra fue escrita por Beckett tomando como inspiración la pintura de Caspar David Friedrich Dos hombres contemplando la luna, y es que basta con verla para notar las similitudes que la pintura guarda con la obra, especialmente un elemento vital en la obra de Beckett: la dualidad.
Sobre Esperando a Godot se han escrito incontables análisis desde que fuera estrenada en 1953, estudios que van desde la teología y la psicología jungiana hasta el existencialismo y la ética filosófica, esto por la libertad de interpretación que permite la subjetividad de la obra. Para los efectos de este comentario, nos pasearemos por los principales elementos alegóricos contenidos en la pieza, comentando sobre cada uno de ellos su posible significado, de acuerdo a nuestro entendimiento.

La Dualidad
Quizás el elemento más llamativo y que encontramos con más frecuencia en Godot es el carácter dual de las cosas. Incluso el subtítulo de la obra (en su versión en inglés) refleja esta doble naturaleza: Esperando a Godot una tragicomedia en dos actos. Para empezar tenemos a Vladimir y Estragón, un par de vagabundos; tenemos también a Pozzo y su esclavo Lucky y, por último en lo que se refiere a personajes, están los “dos” niños que anuncian que Godot no podrá llegar. Los personajes siempre se manejan en pares, con uno de los dos siendo más o menos la antítesis del otro. ¿Y qué pasa con Godot? ¿Dónde está su pareja en esta obra? Godot también tiene un carácter doble, en el sentido de que puede o no aparecer.
Volviendo a la obra en sí, vemos que incluso el género se encuentra dividido en dos: una tragi-comedia. En la obra vemos como se combina la farsa del absurdo con la melancolía de la vida diaria. Esta repetición de los pares refuerza la arbitrariedad de la vida misma, una vida en la que todo tiene una chance de 50-50 de ocurrir (¿Se presentará o no Godot esta noche? ¿Se romperá o no la rama si se ahorca uno de los vagabundos en el árbol?).

El árbol
Basta con dar un rápido vistazo a la escenografía de la obra para caer en cuenta de que el árbol que está permanentemente en escena debe tratarse de una parte importante de la obra, tanto así como la inacción que se representa. Al árbol se le ha relacionado con la cruz en la que fue crucificado Jesús de Nazareth, siguiendo con la temática implícitamente religiosa de la obra (siendo God-ot Dios). Sirve el árbol como una forma de sátira a la religión, siendo Jesús “colgado” de la cruz por expiar los pecados, mientras que los vagabundos son colgados por nada. Lo anterior funciona como un refuerzo a la futilidad de los actos aleatorios de la vida cotidiana, un debate frecuente para los letrados existencialistas.
Otro detalle que refuerza al árbol como ícono religioso es la aserción de Vladimir, que le asegura a Estragón que deben esperar a Godot junto al árbol, lo que quiere decir, que deben estar en el lugar correcto. Pero, como le asegura Estragón, puede que no estén junto al árbol correcto (el dilema de ser fiel a la religión o la ideología “correcta”). Incluso, no saben si se trata de un árbol, porque, como dicen, “se parece más a un arbusto”. Se presenta entonces otra temática clave que acompaña a la dualidad y a la futilidad en la obra, y es la incertidumbre. Nadie sabe con exactitud qué es lo que está pasando, aún peor, nadie está seguro de si está pasando algo.
Para relacionar aún más al árbol con la cruz tenemos que considerar que Vladimir y Estragón son ladrones, ¿Y cuál es la historia que empiezan a contarse al principio de la obra? La de los dos ladrones que son crucificados junto a Cristo. Quedan entonces Vladimir y Estragón como los dos condenados que acompañaron a Jesús durante sus últimos momentos, dos bandidos (volvemos a la dualidad) que terminan el uno condenado y el otro salvado (volvemos al azar y, en cierto modo, a la futilidad de oponérsele).

Tono de la obra
Una característica curiosa de Esperando a Godot es como maneja su género. No es una tragicomedia en el sentido clásico de una tragedia que combina elementos cómicos; por el contrario, es una tragedia que se hace cómica y una comedia que se hace trágica. Los elementos presentados a primera vista cobran distinto sentido dependiendo de su interpretación. Sin lugar a dudas, y lo único carente de duda en esta obra, es que se trata de un absurdo, porque, desde la vista del propio Beckett, la vida es tan absurda y trágica, que, al final, no queda más que reírse como si de una comedia se tratara.

Para concluir
¿Qué es lo que esperan las personas en la vida? ¿Es correcto decir que sabemos exactamente en dónde nos ubicamos, hacia dónde vamos, y, si acaso, vamos? Estas son algunas de las interrogantes que no se propone responde Beckett con Esperando a Godot. De hecho, Beckett no planea responder nada con su obra, ni siquiera profesar su propia ideología, sino que, por el contrario, nos muestra lo inútil que resulta esperar aferrados a una creencia cierta por un futuro que siempre es incierto. Y, sin embargo, nos muestra que, así como Didi y Gogo, como personas nos es necesario un punto común, un eje en el que anclarnos para esperar el futuro, aun cuando no comprendamos con exactitud qué es ese eje.
La obra cierra con un intercambio entre Vladimir y Estragón que resume perfectamente la obra:

Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos?
Estragon: Sí, vámonos.
No se mueven.

Nos muestra Beckett, conforme se desarrolla la obra, la naturaleza de la inacción como forma de acción. Los dos personajes no hacen más que sostener una diatriba durante toda la obra, y se podría argumentar que durante esta no sucede nada, pero, sin embargo, están avanzando en sus vidas, sin proponérselo y sin propósito.
Esta es una obra atemporal, que tendrá vigencia mientras nosotros mismos la tengamos, porque no habla sobre una situación en la que se encuentre el hombre, sino de la situación de ser hombre. Siempre existirá en nosotros la incertidumbre y siempre estaremos a la merced de un azar que actúa de forma arbitraria: a veces seremos el ladrón expiado y otra el condenado, otras seremos Caín y no Abel, pero, lo cierto (y es lo único que tiene certeza en este relato) es que siempre estaremos esperando a Godot.